by Daniel Torres-Salinas
Uno de los problemas de mi vida académica parece ser la falta de tiempo. Casi nunca llego a tiempo para cumplir los plazos (los más autoimpuestos y poco realistas), y esto desemboca de forma catastrófica en que siempre me toca trabajar y darle a la tecla, como mínimo, durante una o dos semanas, hasta las tres de la madrugada, al lado de una papelera llena de latas vacías de Monster Mule Ginger Brew (180 ml de cafeína, 1000 ml de taurina, 54 gramos de azúcar), en algún proyecto por el que casi voy perdiendo el interés conforme me acerco al final. En esa tesitura me encuentro cuando escribo estas líneas, otra vez que no llego a tiempo a un plazo.
Acabo de mandar un correo Javier Guallar de la UB, pidiéndole una prórroga de un mes para un librito (¡un librito, por Dios! 16.000 palabritas, 106 párrafos) que tenía apalabrado con la EPI-UOC para este mes de Octubre. Se trata de un opúsculo al que titularé «Principios de Bibliometría Evaluativa» y tendrá una magnífica portada negra y roja (como el corazón de Malatesta). El objetivo del texto es sermonear y convencer a las hordas de COARA del origen ancestral y libre de pecado de la Bibliometría. Para ello, he estado leyendo tanto los textos fundadores (los de Narin de los 70, los del CWTS de los 80 y los 90) como las nuevas corrientes post-bibliométricas (mucha teoría, poca diversión: un error). De todas estas lecturas, estoy empezando a bosquejar con un trazo muy grueso -a lo Miller en su TDKR- cinco principios de la Bibliometria Evaluativa, la nuevas tablas de la ley, son los siguientes:
- Principio de apoyo a la toma de decisiones. Mirad, existen dos tipos de bibliometría: la descriptiva y la evaluativa. La principal diferencia es que en la información que se genera con la Evaluativa, siempre hay alguien que se servirá de ella para tomar algún tipo de decisión en el ámbito de algún tipo de marco normativa-evaluativo. Si no hay decisión detrás de tu trababajo, olvidate pistolero, no hay Bibliometría Evaluativa.
- Principio de colaboración con el peer review (expertos). Este quizás sea el más antiguo; ya Francis Narin lo indicaba en su libro «Evaluative Bibliometrics«. Debemos trabajar siempre con expertos de la institución, del campo científico, etc… nuestra información debe ayudar a los expertos a redactar sus informes. Es un apoyo, somos parte del Informed Peer Review y, por tanto, la responsabilidad final es de ellos.
- Principio de respeto a los contextos. Hay que levantar la cabeza y observar cuál es el contexto evaluativo. Existen cientos de contextos a considerar: el contexto establecido por los gestores (¿qué quieren estos individuos?), el contexto científico (¿qué disciplina hay que tratar?), el contexto sociopolítico (¿en qué plan de i+d se enmarca?), el contexto académico (¿en qué etapa de su carrera están los evaluados?). Este tipo de preguntas determinará los indicadores a usar.
- Principio de multidimensionalidad métrica. Es sabido que la ciencia puede tener diferentes impactos, como el educativo, social, económico, etc. En la actualidad, tenemos que medir no solo el impacto científico. Afortunadamente, contamos con cientos de indicadores que nos permiten medir la multidimensionalidad y debemos ser capaces, no solo de determinar la dimensión que queremos medir, sino también de seleccionar los indicadores más adecuados.
- Principio de verificabilidad y apertura de los datos. Finalmente, nada de lo que decimos tiene sentido si no actuamos con transparencia en la gestión de datos. Es importante que los evaluados puedan verificar aquellas contribuciones que les hemos asignado, garantizando dos cosas: (1) que la recopilación es correcta y (2) que los indicadores se han calculado correctamente. Actualmente, ambos procesos se pueden realizar abiertamente a través de una plataforma digital.
Bueno, pues nada, que esto es lo que quiero contaros en el librico, pero viendo que todavía no he recibido la prórroga de D. Javier Guallar (por favor, escribe ya y tranquiliza mi espíritu) y viendo que el otoño está cada vez más cerca,y que no asoma la lluvia, y que me da un poco de pena mi futuro inmediato (escribir de madrugada, dejar a mi mujer sola en la cama, hablar con el gato, sonreír al director de departamento por la mañana…) y que encima me acabo de acordar de Bergman (de su adicción al trabajo, de sus divorcios, de su ansiedad, de Fanny y Alexander, de la Isla de Faro, …), necesito más gasolina, más azúcar, más cafeina, más aminociados, más alegría… Necesito más Monster. Más Monster Mule Ginger Brew. 2ª unidad a mitad de precio en el Aldi de Avenida Pulianas. Quince días más Javier, quince días más y no me para ni Dios, por mis principios bibliométricos.
Un abrazo desde Granada